Por estos días se oyen cosas raras en la televisión, pero la más extraña es sobre la gripe porcina, yo creo que es la venganza de los chanchos, ya que nosotros los usamos a ellos como sujetos de experimento genéticos, con la excusa que nos parecemos a ellos, o que ellos se parecen a nosotros, al compartir el mismo sistema inmunológico.
Los chanchos decidieron devolvernos el favor.
Es la venganza del chancho.
Ya nos hicieron una advertencia con la triquinosis, ahora es la gripe porcina. No aprendemos.
A raíz de unos estornudos, goteo de nariz, y una sensación de tener en el pecho un sapo croando, me he visto obligada a encerrarme en la casa y a entregarme al vicio que suele asaltarme en estos casos, la Nafasolina, como es un principio activo que provoca adicción, aún cuando ya los virus han muerto o mutado, mi nariz insiste en mantenerme en la congestión; parece que es el cerebro el que envía esas señales, para mantener la dosis de spray nasal, en cuanto se va disipando el efecto, empiezo a boquear como un pez fuera del agua.
A raíz de estos efectos he estado leyendo sobre el asunto, lo cual me conduce a las mismas conclusiones en las que desemboco siempre que me pasa algo en el cuerpo que me hace caer en cuenta de mi decaída humanidad: tengo todos los síntomas, combinados con otros que puedo aportar, además de los que seguramente se descubrirán pronto.
Lo peor de estas sospechas es que, seguramente, se irán agregando al tema de la hipocondría, los nervios y eso hasta ahora ha terminado en un quirófano, que como ya cayó la vesícula en esa acción, y no creo que me sobre otro órgano, pienso que corre peligro algún otro órgano que aún sea útil.
A cierta edad no se puede estar desperdiciando órganos en la paranoia.
El asunto de esta gripe, es que es elitista, se conoce su acción en los países desarrollados, en donde también se pelean por la creación de la vacuna, pero en los países pobres o en vías de desarrollo, se desconoce acción sanitaria y alcance.
Estuve leyendo sobre las empresas farmacéuticas que se pelean en la carrera por encontrar la cura, he anotado en el archivo de nombres de superhéroes para el niño: Glaxo, Kline, Sanifi que ahora asumen una relación con los otros nombres, Oximorón, Sinécdoque, Scolville.
Lo paradójico de la situación, es que aunque es en los países del primer mundo en donde estas empresas impulsan sus investigaciones, no tengo duda que es en los países del tercer mundo en donde se dirimirá la cuestión de la eficacia.
Además de la hipocondría, ahora sumo la paranoia, tengo la sospecha de que para probar la vacuna, necesitan una población de prueba de su efectividad, pero no una población de ratones o de chanchos, sino de humanos.
Adelaida, estás frita, me digo, son cosas que manda Dios para castigarte por no haber bautizado a tus hijos, entre todos los pecados que luego siguieron y no fueron confesados, porque a Dios, no perdona el pecado sin confesión, prefiere que peques y confieses, antes que no pecar.
Por ahora, se supone que se prueba la posible vacuna en cultivos de células, o con los embriones de huevos de gallina.
Si por usar al chancho nos ha caído este asunto, qué nos traerá el futuro por usar los huevos de gallina.
Se viene la venganza de las Gallinas.
Después de la vaca loca, luego el chancho, yo creo que estamos sufriendo una especie de reversión del orden alimenticio, estamos siendo devorados por bacterias y virus creados por los animales; la estigmatización a que hemos sometido a los animales para convertirlos en nuestro alimento o en nuestros esclavos se está invirtiendo.
Ahora nosotros somos los esclavos de los virus que ellos nos trasmiten.
La próxima era, quizás, nos agarre teniendo que enfrentar el hecho de que debamos aprender el lenguaje de los animales para terminar escuchando sus quejas, que es preferible a estar sujetos a sus venganzas.
Esto me recuerda a la novela en la que los animales tomaban en poder y se vengaban de los humanos devolviéndole con la misma moneda las gentilezas a que los sometieron; conmigo, tendrían una especie de menú variado; podrían envolverme en un papel de aluminio, con cebolla y meterme al horno, así me sale un riquísimo pescado, con sal, pimienta, un poco de aroma de hierbas; también podrían meterme directamente al horno con papas, cómo me gusta comer rodajas de vaca, o en la sartén, cómo me gustan las chuletas, ahora que lo pienso, para ahorrarse toda esa burocracia nos mandaron el virus ese.
Qué astuta es la naturaleza.
Adelaida Sharp
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