Si esto parece una crítica, qué no te parecerá, el llanto y el crujir de dientes que le esperan, según el psicólogo, el mísero enterrador de talentos... A los demás, y de identificarte con el caso, con ese amor tan respetuoso, te queda la esperanza de convertirte en Newton. ¿Pero a mí?, snif, snif ...
_ ¡Y seré alfombra kilim o no seré!
_ Durrie
_ Kilim
_ Durrie dije
_ Que no, kilim, más me vale
_ ¡Durrie o muerte!
_ Aughff ...
Así de intensos han sido mis debates internos. Y así de idiotas, también. Yo estoy enfermo; y no lo digo para llamar la atención ni devenir centro de nada, salvo, de seguir así, de mi propio ataúd. Enfermo de pereza, de grávida y estéril melancolía por el sueño que no alcancé. He llegado digo, al asfixiante parecer de que todo sea al garete o inane.
Soy -fui todo este tiempo-, el perfecto personaje de aquel chiste que culmina con un: "Metete el gato en el culo". Y cansado de evitar cansarme estoy. Por eso pregunto, qué no habré enterrado y cuán hondo, que ya ni logro separar la paja del grano en lo superficial. Ya no me levanto sino es penando; maldiciendo el ¡otra vez la misma sopa!, los pajarillos al amanecer, las nubes a las diez de la mañana, el sol que raja al mediodía y a la tarde, un aguacero finito y cruel. ¡Qué más da!; me decía a cada noche y sin solución de continuidad.
_ ¡Felpudo, eso serás!; resonó de tardecita una voz en off desde atrás del escenario.
_ ¿De coco?, ¿de goma?, ¿con o sin leyenda de salutación?; a tal grado llegó mi que más da.
Y así hasta que, porque sí, sin quererlo casi, como un robot autómata cogí a mi Verbo del gañote y me interrogué: _ ¿Qué carajo te pasa, cacho de idiota inservible? ¿Qué víbora llevás enroscada en el cogote?, ¿de dónde salió?, ¿qué esperas para darle muerte y salir coleante de esa nada con aspecto de agujero o zanjón?
_ ¡Generación de víboras!, ¿no mandé ya tener Fe? Con ella, hasta las montañas se moverán, mas sin ella, ni la tormenta te parecerá soplar.
Sí, sí, caro amigo, oigo voces. O las quiero oír, que es casi igual. Necesito oírlas de una buena vez y creer que así sea. No se puede partir del lugar en el que no se está; yo pues, de mi locura a mi normalidad.
¿Con qué herramienta? Con mi talento, supongo. ¿Mi talento? Ha de estar bajo una roca inerte, piedra angular de la incredulidad, digo yo. Para querer, para volver a querer, habrá ante todo que querer remover ese peso pesado de la impía soledad.
Por eso preguntaba. Si a vos te pasa lo mismo, no puedo hacer otra cosa que hacerte a mi lado un lugar. ¿Somos dos?, ¿HeridaAbsurda?, o tres, ¿puntoedu?
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