Hoy se celebra el día de San Expedito.
Sobre la vida de este milagrosísimo santo, circulan distintas y variadas versiones que me gustaría compartir con los interesados en la hagiografía.
Algunas, las más verosímiles sin lugar a dudas, dicen que se trataba de un militar romano que, hallándose en pleno proceso de conversión al cristianismo, recibió la visita del Maligno en la figura de un cuervo, gritándole (en latín, como hace cualquier cuervo romano que se precie): "¡Cras, cras, cras!", es decir. "¡Procrastina, deja tu conversión para mañana!".
El futuro Santo pisoteó al cuervo y lo mató, diciendo: "¡Hodie, hodie, hodie!", enfatizando la hache muda, para que quedara claro que no se trataba de una invitación al odio, sino que la conversión tendría lugar en ese mismo momento.
Por eso es el protector de las causas urgentes e improcrastinables.
Otras versiones más escépticas sostienen que San Expedito nunca existió, y que su mito comenzó a extenderse cuando, en 1781, llegó una caja con reliquias no identificadas a un convento de monjas en París.
El remitente de la caja había escrito sobre la caja «spedito» (‘[correo] expreso’). Las monjas dedujeron a partir de los datos observables que las reliquias pertenecían San Spedito y comenzaron a rezarle.
Sus ruegos (que no constan en la historiografía, vaya Dios a saber qué habrán pedido) fueron rápidamente escuchados, con lo que la devoción al Santo se difundió con rapidez.
También se dice que esta devoción llegó a la Argentina y se consolidó inicialmente en la provincia de san Juan, cuando el Santo ayudó al marido de Doña Petronila Mercado de Lucero a superar su adicción al alcohol.
Gran Santo, el Expedito, aunque la Iglesia Católica no esté segura de que haya existido alguna vez, o tal vez, justamente por eso. Creo que junto con Santa Librada y San Ramón Nonato, se merece, a falta de un himno alusivo, nuestra más ferviente oración.
Saludos y amén.
Marisa |