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DaniloAlberoVergara 5/1/2017 | 12:04:07 a.m.  
 
El cacique Pungui-Curá
Danilo Albero Vergara
Tags:
  Danilo Albero Vergara   escritores argentinos   relatos   escritores argentinos   literatura   literatura latinoamericana   ensayos literarios   narrativa argentina
 

En enero de 1999 avanzaba en la organización y escritura de mi segunda novela Jorge Newbery el señor del coraje - título impuesto por el asesor de marketing de la editorial, y siempre renegué-.

Había leído la bibliografía disponible sobre Newbery (1875-1914) y empecé otra etapa de mi investigación: dediqué tres meses a revisar diarios y revistas a partir de 1895 hasta el día de su muerte, el primero de marzo, domingo de carnaval.

La elección del año de inicio de mi pesquisa hemerográfica no fue arbitraria, Jorge Newbery había viajado por segunda vez a los Estados Unidos en 1891 donde permaneció hasta finales de 1894, cuando regresó a la Argentina con el título de ingeniero eléctrico.

De antemano suponía que el choque cultural por el que debió pasar Newbery a su regreso fue potenciado por su especialidad profesional, una carrera casi sin posibilidades laborales en nuestro país en esos momentos, pero con gran demanda en Estados Unidos y los países más industrializados de Europa. La electricidad estaba desplazando al gas en la iluminación; a la tracción a sangre en el transporte urbano -entre otras cosas, posibilitó el mayor desarrollo del transporte subterráneo-; al vapor en el de larga distancia y como fuerza motriz, en fábricas e industrias.

La idea era ambientarme en la vida cotidiana de aquellos años -fundamentalmente en la ciudad de Buenos Aires y conurbano- para así imaginar cómo se pudo haber sentido mi personaje. Leí con meticulosidad de arqueólogo y registré todo tipo de noticias o información que me pudiera ser útil: propagandas de todo tipo, ejecución de obras públicas, actividades culturales, espectáculos, visita de personalidades, chismes sociales y políticos, catástrofes, asesinatos, estafas... Como no podía fotocopiar el material consultado, tomaba notas a mano de los hechos que me interesaban en cuadernos de hojas lisas. Investigaba 7 horas por día de lunes a viernes en la Biblioteca Nacional y, por las tardes, pasaba todos esos datos, junto con breves resúmenes, en una tabla Word que tenía 4 columnas: Año / Personaje (fuente) / Acontecimientos nacionales e internacionales (fuente) / Ficción (fuente) / Otros. El documento final tuvo 68 carillas formato A4 en letra Arial cuerpo 11.

Una de las primeras noticias que me llamó la atención -con la transcripción completa en un documento aparte- fue la de los malones realizados por la tribu del cacique Pungui Curá en la localidad de Martínez; resolví no incluir esta noticia en mi novela, porque no era pertinente a mi personaje: Jorge Newbery dedicó su vida profesional a instalar y extender las redes de gas, alumbrado eléctrico y servicios telefónicos; reemplazar los tranvías a caballo por eléctricos, difundir y promover la práctica deportiva y, a partir de 1907, a la actividad aeronáutica.

El material registrado, sobre todo en la columna Acontecimientos nacionales e internacionales (fuente), fue tan exhaustivo que, años después, ya publicado el libro, cuando dos investigadores: Gonzalo Ferrari Nicolai y Mariano Nieto, me visitaron para consultarme por el proyecto de hacer un documental sobre la vida de Jorge Newbery, les sirvió como fuente de referencia. Los dos habían leído la novela Jorge Newbery el señor del coraje y advertidos que no se trataba de una biografía sino de una novela; partes de los incidentes relatados, aunque sustentados en fuentes documentales, eran ficción. Luego de una larga conversación les mostré las 68 carillas formato A4 y con mi consentimiento, ofrecí enviarles el documento por e-mail para que lo usaran según su criterio. Este registro de mis flâneries por diarios y revistas produjo parte de la información registrada en el documental El ala rota, del cual participé y se puede ver por You Tube: https://www.youtube.com/watch?v=-TnE9IYOzms.

Idas y venidas del fluir de la conciencia: hace dos semanas, a propósito de una nota que escribí sobre los piratas nigerianos y lo parco de sus botines me acordé de aquella noticia sobre los postreros malones de 1895 de la indiada del cacique Pungui Curá. Releí aquella transcripción y concluí que, a 122 años de los hechos, algunos condicionantes y contradicciones sociales que los provocaron perviven. Por eso, resolví incluirla aquí, ya que la omití en mi novela:

“El Diario

Buenos Aires, Sábado 26 de Enero de 1895.

En Martínez: Gran invasión de indios del cacique Pungui-Curá. Probable movilización de la Guardia Nacional. Trincheras y fortificaciones. (nota publicada en la página 4, columna 1).

Del lejano pueblo de Martínez, situado como se sabe entre las estaciones de Olivos y San Isidro del F.C.C.A, nos llegan por correo las importantes noticias que damos a continuación y que nos apresuramos a poner en conocimiento de nuestros lectores y de las autoridades de la provincia a fin de que se tomen las medidas de defensa necesarias para liberar a los habitantes de Martínez de la suerte que les espera y que, cuando menos, es la que hizo célebre a la noble y abnegada Numancia de la antigüedad.

Los salteos y robos son allí continuos apenas empieza a anochecer. Los martinenses creen y con razón que es una partida de indios que ha establecido campamento en algún monte de las inmediaciones y que de noche salen a saquear las casas quintas y jardines, llevándose ropas, muebles, botellas de vino, frutas, verduras y cuanto cae bajo sus rapaces manos. Ni una sola casa ha escapado a la voracidad de los ladrones. Las casas de Grondona, Ayerza, Lamarca, Castex, Plou, Durañona, Linch, Corrego, Novarro, Benfico, Crsoglio, Drysdale, y cien mas han sido visitadas por los invasores. Cuando son sentidos y sale alguno al balcón o abre alguna ventana, es saludado con una descarga de fusilería, como ha sucedido anoche con el señor Corrego, quien con un Remington en la mano salió al jardín y saltando por encima del cerco puso a los asaltantes en una vergonzosa fuga. Felizmente el señor Corrego no está herido, pero su sombrero quedó inutilizable y hecho pedazos. Y esto a las 10 de la noche. Al señor Corrego le han degollado una mula y robado los pájaros.

En la quinta del señor Navarro han robado una bicicleta, en la de Durañona varias imágenes y objetos de culto, en lo de Ayerza una máquina fotográfica, un microscopio en lo del doctor Lamarca, en lo de Plou y en lo de Grondona se han llevado hasta las cortinas. En la de Ladislao Martínez se han llevado varios artículos de toilette, en la quinta del doctor Nevares han robado batatas, en la del señor Castex, tomates, en la de Carsoglio han roto un espléndido piano sin duda por no poderlo llevar, en lo de Linch una colección de helechos traídos este invierno de Paraguay; y así sería cosa de nunca acabar; al señor Llambí y al señor Chávez les han robado los caballos, coches y guarniciones. En lo de Bofico se han llevado una reja histórica, pues era de la ventana de la prisión de Beatrice Cenci en el castillo de San Anjel en Roma.

Los vecinos de Martínez en vista de esto suelen pasar varias noches en vela esperando la indiada de Pungui-Curá que así se llama el cacique que dirige la invasión y en cuanto se presenta el malón empieza el tiroteo, pero felizmente hasta ahora no ha habido más sangre derramada que la de la mula del señor Cornejo, que los indios degollaron para comérsela, pero que no tuvieron tiempo.

Va a tener lugar un meeting en la Avenida de los Eucaliptus para nombrar un jefe que movilice la Guardia Nacional y establecer una sección de la Cruz Roja y servicio de ambulancias, porque al paso que van las cosas no será pequeño el número de muertos y heridos. Hay el pensamiento de levantar trincheras en los pasos a nivel a fin de dividir el pueblo en dos secciones la del Este y la del Oeste, así será más fácil establecer la debida vigilancia.

Los martinenses hacen un llamamiento a los sentimientos caritativos del pueblo argentino y esperan que si San Juan y La Rioja han recibido auxilios de toda especie, también ellos merecerán un poco de conmiseración y se creará allí siquiera una subcomisaría con seis vigilantes a fin de que puedan establecerse rondines nocturnos que si bien llegarán siempre trop tard, como los carabineros de Les Brigades, podrán tal vez dar caza a los salteadores y ahuyentarlos al Chaco, que queda tan inmediato.

Para dar una idea del estado de los ánimos, recomendamos a nuestros lectores la lectura de los siguientes documentos cuyos originales tenemos en nuestro poder.

Se trata de un concierto vocal e instrumental, a beneficio de las Hermanas de María Auxiliadora de San Isidro. Dicen así:

San Isidro, 21/1/95. Sr. N.N. Invitamos a Vd. al concierto vocal e instrumental, que a beneficio de las hermanas de María Auxiliadora, tendrá lugar el Sábado 26 del corriente a las 8,30 p.m. en la Municipalidad de San Isidro. Esperando quiera Vd. admitir las tarjetas conjuntas, saludamos a Vd. atentamente (siguen las firmas de las señoras de la comisión).

Contestación. Señoras: N.N. y su familia tienen el pesar de no poder asistir al concierto que tendrá lugar el Sábado próximo en San Isidro, por cuanto la falta de vigilancia policial obliga a los desgraciados habitantes de Martinez a encerrarse y fortificarse en sus casas desde las 9 de la noche, pues a esa hora empieza el tiroteo entre asaltados y asaltantes, silbando las balas en todas direcciones.

Lamentando que semejante estado de barbarie mantenga a este hermoso pueblo en condiciones de seguridad muy inferiores a las del último rincón de la Pampa, y que hasta aquí no hayan alcanzado los beneficios de la conquista del desierto, me es grato saludar con toda consideración y respeto a los distinguidos señores de la comisión. Martínez Enero 25 de 1895. ¡Y esto pasa a 18 kilómetros de la Plaza de Mayo! - Corresponsal.

El Diario

Buenos Aires, Sábado 26 de Enero de 1895. Página 4 Columna 1. (fin de la nota)”

 

Referí esta nota por las motivaciones que embarcan a somalíes y nigerianos en las singladuras piráticas; pensé en los barrios cerrados de nuestro conurbano rodeados de villas miseria y sentí que el subtítulo de la nota de El Diario: "Probable movilización de la Guardia Nacional. Trincheras y fortificaciones", hoy equivaldrían a: "Movilización de Gendarmería Nacional" y "urbanizaciones cerradas o countries con guardia privada". Relampagueó en mis recuerdos el descenso al Orco de Eneas, damasquinado de hipálages: "Oscuros en la noche solitaria / cruzaban entre sombras la vacía / mansión de Dite, sus desiertos reinos, / como senda de bosque en la que esparce / amortiguada luz la luna incierta /... A la entrada del Orco, en el vestíbulo, / asientan su cubil los vengadores / Remordimientos, el Dolor, las pálidas / Enfermedades, la vejez Doliente, / el Miedo, el Hambre, que aconseja crímenes".

El Eclesiastés lo compendia cuasi en un aforismo: "¿Qué es lo que hasta aquí ha sido? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que se ha hecho? Lo mismo que se ha de hacer.

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