Un perro cuando ve a otro, ¿reconoce la diferencia?, si un perro es mordido por otro, la próxima vez que lo ve, ¿lo reconoce y huye?, son las mismas preguntas que me hago respecto a los seres humanos.
No puede ser que en este momento estemos lamentando otra muerte por las bengalas, ni que estemos asombrados de ver en una cancha llena de elementos inflamables que hay gente grande mandando bengalas.
Somos acaso peores que los perros, ellos al menos, cuando vuelve a estar frente a situaciones de peligro ya pasadas, las reconoce, y huye o se cuida de ellas, no las repite, ni se arriesga.
Somos la raza pensante, y la que está a cargo de los perros, ¿no es una ironía?
Culpan al alcohol, al lugar, al club, pero son otras formas de evitar culparnos a nosotros mismos.
Alguien filmaba la escena, ¿por qué la policía no actuó mientras se filmaba?, por qué era más importante terminar un partido que la vida en peligro que estaba exhibiéndose, mientras los “ah” , “oh”, de los televidentes observaban cómo el peligro, ahora televisado, estaba sobrevolando a los adultos, que no pensaban en los niños, en los otros, en los que no quieren tener fuegos peligrosos por encima de sus cabezas.
Por qué somos una raza que no piensa en los otros. O que poner a los otros por encima de uno, como sí es capaz de hacerlo un perro.
También pasó en un colegio en San Juan.
Luego vienen las detenciones, pero ya es tarde, La Renga, Callejeros, ya están únicos por el mismo estigma: muertes ridículas, muertes inútiles, agujeros infranqueables que destruyen familias.
Todo por un segundo de un acto tan estúpido como encender un cigarrillo, por el puro acto de jugar con el azar.
Una pesadilla, que estoy seguro no va a terminar, por las misma razón que hay miles de fumadores: nadie piensa en el otro, cree que la libertad de matarse a sí mismo fumando está por encima de matar a los que tienen que fumar a su alrededor, aunque los otros hayan decido que quieren vivir.
Estamos ciegos, porque sino, sencillamente no debería existir el cigarrillo, como no debería existir las bengalas.
Si para comprar armas se necesitan permisos, por qué no se necesitan para comprar bengalas o juegos de pirotecnia, que son otras armas.
Estoy indignado y triste con la humanidad y por la humanidad.
Prefiero ser un perro.
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