Comprarse un reloj no es una tarea fácil. Urgente, sí, sobre todo si se nos rompe el leal reloj de pulsera que nos ha acompañado a cada día de trabajo desde hace un año o más. Es verdad, los tiempos cambian y ahora podemos utilizar el móvil para ver la hora –bueno, ¿qué no podemos hacer a estas alturas con un móvil?–; pero muchos de nosotros todavía somos tradicionales y seguimos prefiriendo vestirnos la muñeca con una pulsera que, además, tiene la función de ser un reloj. Porque no podemos negar que tenemos programado en el subconsciente el gesto de cerrar el puño y alzar el brazo hasta los ojos para ver la hora; y cuando lo que nos encontramos resulta ser un pedazo de carne, nos decepcionamos, aunque no queramos decirlo en alto porque es de persona moderna hacerlo y mirarlo todo con un iPhone.
Y es que unos números tallados digitalmente en una pantalla táctil tal vez sean prácticos, pero hay algo que no son: estéticos. Antes he utilizado la metáfora “vestir la muñeca”; y es que sí: un reloj de pulsera es un elemento decorativo más de nuestra forma de vestir, de nuestro estilo visual; por eso, lo que a todos nos gustaría es tener suficiente dinero como para comprarnos un reloj de calidad, y con eso me refiero a una buena marca. Por ejemplo, comprarse un reloj Breguet nos asegura distinción, puesto que sus modelos son de los más bonitos que hay en el mercado especializado. No obstante, aquellas personas que aboguen por un estilo contemporáneo y discreto sin perder por ello la belleza y proporción de la elegancia, pueden optar también por comprarse un reloj Patek Philippe. Pero, sin duda el más grande, el único, el inimitable, es aquel que le roba un poco de vida al sol cuando se expone a él; y sí, estoy hablando de la opción, nunca desdeñable, de comprarse un reloj Rolex. ¿Creen que son pocos? Pueden buscar más información sobre otros modelos en Comproreloj, si quieren; quizá se den cuenta de que el móvil no es rival.
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