De Cortázar nunca se dice todo. En más de una ocasión me han preguntado cómo se lee un texto desde el punto de vista de un crítico. La respuesta es tan simple o complicada como se quiera, porque un crítico lee como cualquiera, con mayor información. Pero, fundamentalmente esa información se va entramando con un principio fundamental: lectura con atención.
Todos podemos leer con atención, aunque no podamos ponerle nombres técnicos a los recursos que con nuestras lecturas logramos, y por supuesto, que si tuviéramos la información que tiene un crítico sin duda enriqueceríamos nuestras lecturas.
Este es un intento de expresar un ejemplo muy mínimo, de una lectora común, que ha notado detalles en un texto. La respuesta, creo, es la misma de siempre: la degustación de un texto más allá de la lectura atenta depende de información entrecruzada, lo que aquí comento no lo he leído de nadie, sino simplemente es una observación basada en mi propia lectura.
Este análisis refiere al cuento Circe, repongo el argumento: Trata de un hombre que está de novio, Mario (mareado, marea), con una mujer mayor que él, desde siempre, desde la niñez.
El clima del cuento es de la época de los 50; la mujer vivía con su madre y padre; el novio la visitaba asiduamente, lo que perturba el relato es lo que se murmura sobre los dos novios anteriores de la protagonista que han muerto, y desde ahí se construye el enigma.
La protagonista, Delia (delicia), entre otras cosas tiene manía con hacer bombones. Bombón constituye una palabra muy interesante porque simboliza el romance, por sí misma, sin embargo “hay algo..”, permanentemente, Cortazar nos sirve el combo romántico completo, las palabras: licor, bombones rellenos, chocolate, moka y por supuesto la idea de que es la asesina de sus novios en contraste con la descripción de Delia (delicia), frágil, aniñada, callada, observa sin mirar.
Lo dudoso en las muertes se crean con las habladurías, y es lo que provoca el extrañamiento, en el escenario de las palabras, los animales, el gato, el perro, el conejo, animales que dan la sensación de mullidos, de suavidad, es el marco en el que se describe a Delia, pero Cortazar siempre le da un “corte” de contraste al clima del escenario, Delia no les presta demasiada atención, es decir, no es amante de los animales, la función de los animales es de dar cuenta de una ternura obligatoria ante la que ella es indiferente, en otras palabras: parece posible que pueda ser una asesina, pero el hecho de que no le agraden los animales es como una “basurita” en esa imagen.
Una palabra que nos induce a creerla asesina es el título. Circe, que asesinó a su esposo envenenándolo, era una diosa de la mitología que convertía a los hombres en animales, nosotros la conocemos porque Odiseo cayó en sus redes.
La relación entre bombones y veneno, ya está establecida.
El hecho de que Circe ignorara a los animales, anteriores hombres convertidos por ella y despreciados, es paralelo al hecho de que Delia ignora a los animales.
Las analogías y símbolos son constante a lo largo del cuento, sin embargo, en Cortazar siempre hay algo más, muchos recursos en un sentido y otros sutiles, cito frases breves: “un conejo blanco”, “Medía ese blanco sobre negro”, “Mario veía sus dedos demasiado blancos”, “Héctor murió solo, en una noche de helada blanca”, “Delia le trajo una muestra blanca y liviana”, “Mario veía sus dedos demasiado blancos contra el bombón”, “La luna cayó de plano en la masa blanquecina de la cucaracha”, creo que la palabra clave es obvia, en estas frases están revelados el secreto de esa única palabra que evoluciona desde el tierno conejo, a la ropa de Delia, a la mirada de Mario sobre sí mismo, a la sospecha de la muerte, otra vez Delia, atemperando el clima amenazante, y finalmente el “relleno” de cucaracha, el asco, el horror adentro, oculto, hasta que una mirada lo revela.
Muy interesante el detalle: “Pez de color muerto”, donde relaciona la muerte al color, que es exactamente lo que sugiero con el “blanco”, la relación del color con la muerte.
La historia es contada desde una sola palabra: “blanco”, que evoluciona con lo contado, sólo con el color, he extrapolado el blanco por considerarlo una palabra clave, pero la relación del texto con el color es más amplia: “Madre Celeste”, “Delia, pero era fina y rubia”, “todavía estaba de negro- los veintidós”, “contra la seda negra del vestido de Delia”, “Medía ese blanco sobre negro”, “Delia se acercaría cuando volviera al gris”, “licor de rosa”,” licor de naranja”,” el dedalito violáceo lleno de luz naranja”, “polvo amarillo en los zócalos”, ”pececillo rosa”, “llevó rosas a Delia”, “un sobre azul”, “subrayados con tinta azul”, “la cartulina celeste”, “césped de papel verde”, “manchando de amarillo viejo”, “sofá verde oscuro”, “ropa celeste”, “convulsa y negra”.
Dejé de lado, las relaciones con los colores como el uso del “claro”, “oscuro”, sin precisión del color, pero también importantes.
En el “blanco” la muerte, en el “amarillo” el veneno, la simbología de los colores atraviesa el texto.
Es notable el uso de los colores, que da cuenta de la percepción de la mirada y se vaya transformando en la percepción del gusto, es como si los colores estuvieran en la boca.
Hay en el uso de los colores una señal de la época, de sentimientos, de intenciones.
Es interesante el procedimiento de los continuos dobles dentro del texto: Delia es indiferente a todos los animales, que más bien se muestran sumisos, casi con temor, los habitantes del pueblo son reticentes, le temen, ella es indiferente con el pueblo. Hay una excepción de un perro que se acerca a Delia, y ella “flota” con su mano en una aparente caricia, Mario, se acerca a ella también de ese modo, como temiendo, ella lo “tolera”, como si “flotara” sobre él.
Con Circe sólo sobrevivió un hombre, Odiseo, a Delia sólo sobrevivió uno también, Mario.
A Odiseo, lo alertó sobre Circe el Ojo Dorado, a Mario lo alertaron los vecinos mediante anónimos.
Delia y las cucarachas son dobles, ambas escapan de la luz, Delia de luto al principio, o sea de negro, las cucarachas negras, Delia aprecia los insectos que otros detestan, las arañas, las cucarachas las aprecian como comida. Delia intenta pasar desapercibida (etérea), es huidiza, como las cucarachas.
La primera vez con Mario, ella se viste de claro, le ofrece a Mario un bombón blanco, es como si ella se ofreciera.
Circe no responde a la “ley”, los hombres no la dominan, ella usa a los hombres, los convierte en animales, ella es diferente no se subyuga a los hombres; Delia tampoco, ella no se somete a la “ley” social, ni a la de hija, su padre no es la figura de la ley, ni a la ley femenina de subyugarse ante los hombres.
Hay un uso cuidadoso de palabras que generan el clima del texto es de desconfianza permanente: los padres vacilan en dejar luces encendidas como queriendo “iluminar” la percepción de Mario, respecto de su hija, para describir esto, se usaría la palabra desconfianza; los anónimos del pueblo eran para inducir a Mario a desconfiar, y al lector para colocar el extrañamiento sobre el pasado de Delia; Mario observa y ama a Delia desde hace años, desconfiaba de sí mismo, de sus posibilidades, incluso apenas puede creer que ella lo haya aceptado como novio; ella causa desconfianza en la gente del pueblo; la familia de Mario muestra desconfianza ante él por esa relación; en suma el clima es de desconfianza permanente, mientras que la palabra confianza se menciona una sola vez en todo el cuento.
La falta de la palabra desconfianza es un gran indicio, y me recuerda a una frase que dijo Onetti en ocasión de una entrevista, si se quiere hablar sobre la miedo, la palabra medo no debe aparecer en ninguna parte del texto.
Si bien en el texto de Cortazar aparece una sola vez y es la opuesta: confianza, la desconfianza está acompañando todos los sentimientos con que nos invade el texto.
Son exactamente los mejores recursos de Cortazar (y del exquisito Onetti), sugerir, plantar un clima, con las palabras, sin ser obvios ni subestimar al lector.
Hay un aspecto de sensibilidad muy acorde con la época en que se publicó este cuento, que con los años parece que se puede perder, pero creo que permanece por sus recursos. Está tan bien descrito en detalles que forma parte del texto y no de la época, el hecho de que Delia es mayor que Mario, en una época en la que eso era extraño, aún hoy lo es. El hecho de que él deba ir a visitarla a la casa, Delia vive con sus padres, él también; los padres, presentes en el momento adecuado y el retiro discreto pero sin perder la noción de vigilancia, el extrañamiento se produce porque el lector tiene la impresión que los padres de Delia velan por él, no por la hija, sobre todo en la descripción de las escena: Delia, como una cucaracha es huidiza, se esconde de la iluminación, los padres encienden las luces, como si quisieran enfocar a Mario, o controlar a la Delia-cucaracha.
La elección de los nombres: Mañara, el apellido de Delia, evidente anagrama de maraña, Delia, Delicia, Mario, muerte, marea, mareado, o Delia-Circe, Mario-Marte, dioses, a Marte, el dios guerrero que enfrentará a la diosa Circe, ¿quién vencerá?
Escrito en la época en que Freud estaba en auge, y ya se hablaba de los aspectos del hombre cuando necesita sublimar, que refiere a la transformación de impulsos del hombre en un valor cultural, en este caso el comentario refiere a que Cortazar mismo tenía la obsesión de oler la comida, de observarla, casi como si pensara que estaba envenenada, situación que es replicada en el texto, finalmente, para Mario se resuelve justificadamente su desconfianza, mientras que para Cortazar, escribir sobre ello, sublimar su aversión, parece que le abrió el camino para esfumarla.
Esto contado por él mismo, en ocasión de hablar sobre Bestiario, libro que incluye el texto de Circe, en el que ya en el nombre que reúne estos cuentos se advierte que incluyen animales e insectos.