Si la literatura se concibe como la problematización del hombre cuando se interroga sobre su realidad, la literatura moderna enfrenta estas cuestiones con la utilización de recursos, que en conjunto y por sus mecanismos determinan el género, sin embargo, por la misma razón el límite entre géneros se desdibuja, de manera que parece más sencillo analizar el discurso descomponiéndolo como si de la suma de partes y sus definiciones se pudiera determinar el género.
El género es una forma de catalogar la obra dentro de un marco semántico, ciertos artificios sintácticos, una disposición fónica, procesos discursivos, formalidades en los recursos, contextualización, situaciones, y época. Teniendo en cuenta que entre los recursos, se identifican como uso sobresaliente, en determinadas épocas, y que los géneros se vinculan en referencia a obras importantes que los determinan, casi podría decirse que en cada género participa cierto conjunto de características en las diferente épocas, o al revés, se podría analizar ciertos recursos como diferenciación de época y diferenciación de género.
De cierta manera al enfrentar un texto, los recursos del texto nos orientan a veces en el género, aunque estos signos, claro son los que los escritores intentan disimular.
Es una empresa difícil. Sin embargo, algunos rasgos se pueden tomar como señales sobre cómo colocar un texto dentro del marco de cierto corpus de un determinado género, el autor los revela en el texto mismo, algunos que se pueden tomar como referentes de la época actual son: el narrador en primera persona, una estudiada técnica de focalización de los personajes y narrador o narradores, un punto de vista con objetivos precisos, el monólogo interior, un lenguaje coloquial como marca de espacio, tiempo y personaje, como medios con que se quiere expresar la vivencia del hombre; incluso, la maniobra de completar una historia con el lector, incluirlo, y confiar en que las múltiples lecturas del lector domine los elementos necesario para completar el texto y dar cuenta del absurdo del mundo y de la ambigüedad de la realidad ofreciendo, en algunos casos, un horizonte metafísico que no aparecía antiguamente en la literatura, al menos como novela real, aún cuando se sabe que es ficción.
Dentro de este marco, los escritores actuales se mueven de extremo a extremo, sin que haya una operación en toda la obra que los encaje dentro de cierto género, palabra que como mencionamos, es insuficiente para describir una obra, de manera que nos queda la posibilidad de analizar las partes.
En esta ocasión, me referiré a la obra del escritor Roberto Gárriz, de la revista Odradeken donde los textos traspasan las marcas que lo ubican en un género específico, a veces es policial, otras folletinezco, épicos, intimistas, en general contiene de todo un poco.
Específicamente en los textos de la revista Odradek, que ya cuenta con tres años de meticulosa publicación, en donde se podría debatir sobre si sus contenidos se toman como cuentos, como ensayos, biografías, informes, en todos los casos lo que se puede definir es su extensión: son cortos.
Encuentro positivo el hecho que a los autores no les importa encajar en ninguna definición más que el obvio interés por la literatura.
Específicamente en los textos de Roberto Gárriz, me interesó la operación que este escritor realiza con sus narradores, en el primer número, el texto “Hallazgos”, donde incluye la mención de relatos místicos como los caballeros templarios, con un narrador que podría decirse omnisciente, sin embargo con un punto de vista en donde la mención de la palabra ficción, unida a los relatos místicos, establece de cierta manera un narrador centrado en cuestiones literarias, más que en una representación de la anécdota, la elección de los personajes, los califica por lo que hacen, cómo actúan y el mundo a su alrededor, descripto con una elección de palabras que siendo pocas, construyen un mundo con pequeños hechos que colocan la acción dentro de un marco aparentemente normal, sin embargo, si se presta atención, la historia generalmente es otra de lo que parece, e incluso el narrador es otro, como si el relato se fuera plegando, un bucle en un continuo en donde la historia aparente se va transformando en otra cosa historia, siempre dejándonos en duda sobre cual es la real, si la hay, y cual la representada.
El autor nos engaña, este recurso es muy evidente en el texto “Gris de ausencia”, del número 28, el uso del apellido del personaje con una letra y un punto S., promete e inicia una instancia de misterio, de caso policial o de caso psicoanalítico, una ambigüedad que contribuye con la marca de que algo inminente va a ocurrir, y lo que ocurre es otra cosa de lo que lector construye en su expectativa, lo que ocurre es la literatura.
En el texto “Moby Dick”, del número 25, y del cual realicé comentarios en el Blog de la revista, http://odradek-odradek.blogspot.com/2008/09/cetceo-urbano.html, como es usual, el autor nos presenta una narración con una intención pero un giro literario interesante nos deposita en otra dirección.
Cuando se enfrenta un texto de Roberto Gárriz, las definiciones no son sencillas, el lector no puede ser pasivo, en cada línea, sobre todo siendo textos tan cortos, no parece posible esperar una posible mutación, y aún cuando se la presiente, es una sorpresa, pues el extrañamiento, en sus textos, no se circunscribe a una repetición de recursos, sino a un conjunto cuidadoso de tácticas, que tiene en cuenta el tiempo de narración, cada palabra, el verbo, y sobre todo el narrador, que quizás nunca es el que creemos que es.
En el número 20, “Apuntes para una novela japonesa”, hay una descripción de la elaboración de una historia y esa es la historia: la preparación del recurso con que se arma la propia historia.
Recomiendo especialmente, en el número 12, “El lector que adelanta” es uno de mis favoritos.
Exhorto a leer todos los cuentos de Roberto Gárriz, son pequeños microrelatos que recupera muchas de las cuestiones del escritor actual, y que encuentra un desahogo en una escritura precisa y rica en recursos poéticos.
No es posible tampoco encasillar esta escritura en algún corpus estático de recursos, de manera que una enfrenta los cuentos sabiendo que el autor encontrará el modo de establecer una epifanía de la manera menos pensada; a veces es sólo una palabra, a veces es un narrador, a veces un suceso, la variedad de consignas de este autor, es un lujo que obliga al lector a prestar atención, a retroceder en la lectura a investigar en qué momento logró engañarnos llevándonos por una reflexión y concluyendo en otra.
Todas estas cualidades dentro de textos tan cortos y sostenidos a lo largo de tres años me parece que configuran un escritor muy interesante.
Roberto Gárriz ha publicado una novela, “Echándonos de menos”, escrita en fragmentos, donde ya manifiesta una tendencia en mantener a los lectores en suspenso, no sólo por lo que nos está contando sino por el modo en que elige hacerlo, nuestra atención se ve repartida entre la elección de recursos y personajes y anécdotas, tan divertidas como interesantes, con una escritura precisa que revela que Roberto Gárriz es un escritor en control de lo que quiere lograr; una vacila entre creer que ha descubierto en sus textos un límite impreciso entre sarcasmo, ironía y una forma de dar cuenta del mundo muy particular.
Aquí abajo, se encuentra el listado de sus textos que pueden disfrutar o ir a la revista Odradek, en donde podrán bajar los archivos de la revista, en formato pdf.