La metaliteratura
El objeto escrito.
La función del lenguaje en su rol de comunicación está cada vez más cuestionada.
Cuando se usa el propio lenguaje con la intención de expresar belleza, como a veces lo intenta la poesía, se presenta con otra forma.
Cuando la intención no es meramente de comunicar un mensaje, sino de seducir con la fonética, restaurar un sentido, quizás oculto, quizás imaginario, la palabra se convierte de ese modo en un discurso narrativo en otro orden del aspecto del lenguaje: el bello, el sonoro, el fonético, más allá de la interpretación de la palabra.
Cuando la narración se centra en dar cuenta del análisis de cómo se está narrando, cuando involucra la expresión, definición, descripción del conjunto de estrategias narrativas y retóricas, es decir, cuando habla de sí mismo, explicándose a sí mismo, estamos en una forma de narración que se denomina metaliteratura.
Es una narración que trata y reflexiona sobre la propia forma del lenguaje en que se elije describir el proceso de narración.
En algunas ocasiones se tiende a pensar que es la clase de libros que se escriben para otros escritores, en mi opinión, el verdadero arte de esta forma de narrar es que tiene un sentido diferente, según el lector.
Hay lectores a los que la forma les resulta invisible, penetran en la obra desde un sentido puramente comunicacional y representativo; la narración representa lo que él lee, y nada más; para otros lectores, hay un sentido que se imbrica con lo literario, la forma narrativa les resulta una representación de las formas literarias y la anécdota comunicacional se lee como una excusa para desplegar el artificio y el modo en que lo narrado expresa su sentido.
Aquellas obras en las que se puede reconocer el rastro del recurso y la reflexión sobre lo literario, el análisis de la realidad en función de la forma en que se da cuenta de esa realidad como hecho preponderante respecto de la trama o la relaciones del texto con lo representados, son obras en las que la metaliteratura es la intencionalidad manifiesta de la obra, más allá de sentido, o propiamente el sentido se organiza en relación a la revelación del recurso con que se organiza los posibles narrativos.
Esta forma narrativa, que se considera moderna, es uno de los sentidos de los textos más explícitos en algunos autores que en otros, es el tipo de obra en la que el autor compromete al lector en una construcción compleja, en la que tendrá que colocar sus propias lecturas, su intelectualidad y su conocimiento, exige una lectura y cuidadosa en la que hay un juego entre dos lecturas, la del autor, la del lector en la que uno oculta o revela y el otro descubre o interpreta.
Para algunos, es una lectura como la que se emprende con un libro de estructura policial, hay indicios, hay huellas, hay deducciones y muchas pistas, el lector que acepta la invitación a este tipo de lecturas, será activo en ella y seguramente interviene en formas que desafían al autor, revelando artificios que quizás no fueron intencionales.
Algunos autores interesantes en este modo de formular sus propuestas de narrativas son Vila-Matas, Robert Musil, Borges, Saer, y seguramente muchos más.
Creo que en el fondo es una dirección obligada de pensar la literatura, que se vuelve en sí misma a interrogarse sobre sus artefactos de producción de sentido y dialogar con otros textos de igual textura, como un modo de admitir las limitaciones del lenguaje como instrumento para dar cuenta del mundo.
La metaliteratura comienza a ser un procedimiento que tiene tanto seguidores como detractores, pero que sin duda representa un modo de producción propio de la explosión comunicacional, en la que la virtualidad de las redes no es ajena.
El otro, el lector, ahora global, interviene en estas lecturas con una madeja propia de lecturas, la construcción textual es amplia; las redes, en sí misma,  conforma un lenguaje fuera de las reglas o el canon, así como las interpretaciones y sentidos, tal vez una forma de interrogar al lenguaje desde un lugar mucho más relajado que desde la teoría literaria, o desde el lugar de crítica literaria.
No es extraño encontrar conversaciones, verdaderos tratados, sobre la interpretación y análisis de contenidos, que conviven con discursos tendientes a la desvalorización del propio discurso, que no es más que otro modo u otra focalización del mismo análisis: la evaluación del discurso para dar cuenta de la realidad.
En otras palabras, a veces, aunque la idea es comunicacional, al ser el instrumento de índole lingüística, hay, entre el emisor, el escritor, y el receptor, el lector, un instrumento de elaboración personal que ambos colocan en términos de pacto entre lectura e interpretación, en la cual la metaliteratura puede no ser explícita pero sí latente.
Creo que la propuesta de producción literaria que involucra la metaliteratura es uno de los rasgos más fuertes de la actual narrativa.
Los lectores se involucran cada vez más con el modo, que con el qué, presentando esta característica una brecha bastante amplia entre las comunicaciones del tipo de reducción del mensaje como son los microbloggins o los mensajes por celulares, y los textos que con intención de presentarse como “participación ciudadana” o los propios blogs se exhiben como combos de elección para el escritor circunstancial, participante de redes sociales.
En otras palabras, en casi todos los casos, la elección del “cómo”, influye en el tipo de relación que se establece, dándole a esa reflexión un estatus importante frente a la necesidad comunicacional.
 

Ana Abregú

www.metaliteratura.com.ar

 

 

 

Ana Abregú.

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