Cómo no llorar la pena
de esta gripe cartesiana
que al cuerpo lo deshilvana
volviéndole el alma ajena...
Cómo no penar la fea
dolencia que descoyunta
al punto que ni la punta
deja asomar de una idea...
Cómo evitar el embate
de esta maldita influenza
que le jaquea lo que piensa...
(¡por suerte, no es jaque mate!).
¡Cómo no odiar esa fiebre
que el vivir desarticula!
¡Si hasta el más santo especula:
"No es cosa que se celebre"!
Cómo no penar la gripe,
y seguir nomás penando,
hasta que vaya pasando
y el malestar se disipe...
Su salud ya se aproxima,
y ruego no tome a mal
si acabo con el final
que me sugiere la rima:
y es que esta amiga le augura,
que pueda, si le da gana,
trocar la fiebre malsana
en lozana calentura.
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